martes, diciembre 14

Familia globalizada

Esta mañana pensaba que es la primera vez que estoy en Argentina en estas fechas. Llegué acá en un vuelo de TACA que partió la noche del 11 de setiembre del 2002. Mi papá, en Lima, sospechó cuando vio la maletaza que estaba llevando para lo que, supuestamente, era un viaje de fin de semana con las amiguitas de la universidad. Técnicamente hablando, escapé de casa.
En Argentina suelen dar 3 meses de entrada como turista, así que en diciembre de ese mismo año tomé un desastroso vuelo de LanChile que era así: Buenos Aires-Santiago. Lindo, menos de una hora. Luego, a esperar más de 10 horas en el aeropuerto chileno para hacer la conexión Santiago-NY, con escala de 1 hora en Lima. Pero qué largo viaje. Creo que fueron cerca de 24 horas, contando las horas de espera en los aeropuertos. Horrible. Un vuelo Lima-NJ (aeropuerto de Newark, un poco más cerca que el JFK de NY) con escala en Miami demora entre 9 y 10 horas. Pero los que tenemos restricciones presupuestarias tenemos que aguantar. Ni modo, iba a pasar la navidad con mi mamá y, de paso, a 'blanquear mi situación', aprovechando la buena onda por las fiestas. Tres meses más tarde, estaba regresando a Argentina, ahora sí, para hacer una maestría.
En diciembre de ese año, 2003, repetí el periplo. Misma ruta, misma aerolínea, mismo hueón en el aeropuerto chileno avinagrándome -otra vez- el viaje, secuestrando mi pasaporte para 'inspeccionarlo' y haciéndome mil preguntas 'porque tenemos problemas con algunos peruanos' dice (pero para vendernos pasajes, la Lan Chile no tiene problemas con nosotros, cachai?; pensé yo). En los U.S. Migration nunca me hacen problemas, hojean mi pasaporte guinda, observan la cantidad de sellitos yankees y me preguntan why?. Les explico que mi familia vive allá y no más preguntas. Me miran y deben ver en mi cara las zero ganas que tengo de quedarme a vivir en su país porque, zás, sello, click, tarjetita: 90 días, welcome to the U.S.
Este año voy a pasar la navidad acá, en Buenos Aires, con mi nueva familia política. Todo bien con ellos, pero no puedo evitar sentirme un poco extraña.
Hace un tiempo, mi mamá me contó por el msn que había tenido un sueño de esos raros que ella siempre tiene. Estaba en casa de mi hermana, en NJ, mirando por la ventana, y vio pasar un microbús peruano por la calle y pensó que recién se enteraba de que había un micro que la dejaba cerca de su casa en Lima. Paréntesis: Me encanta cuando en los sueños no nos damos cuenta del absurdo y nos mezclamos en él. Se puso contenta al pensar que no estaba tan lejos de casa.
Cuando me fui de mi casa, del Perú, sabía que no quería estar allá. Lo que no sabía es que no quería estar tan lejos. Como en el sueño de mi madre, quisiera ver un micro peruano, incluso una combi, con su cobrador malcriado, pasando por afuera de este edificio. Y lo único que veo es el 26 con su chofer uniformado y la maquinita para insertar las monedas del pasaje. Yo quiero ver a mi papá sentado en su sofá peruano, cagándose de risa viendo el programa del tonto de Tinelli por el cable. Quiero ir a Barranco, a casa de mi tía, y, después de almorzar algo rico, que me cuente la película que vio el fin de semana. Yo quiero subir a un micro que me deje en casa de mi hermana en NJ, quiero ver a mi mamá con su radio a pilas, escuchando esas emisoras en español, porque mis sobrinas monopolizan los televisores con Nickelodeon y Cartoon Network. Quiero ver las caritas redondas de esas enanas y que me persigan con sus cosméticos de juguete, disputándose quién se encarga del peinado y quién del maquillaje. Y quiero volver a mi departamentito en Buenos Aires, así, peinada y maquillada por manitos de 4 y 5 años. Destapar un vinito y servir las dos copas.
No quiero estar tan lejos. Aunque son solo 4 horas de vuelo hasta Lima, y unas cuantas horas más hasta New Jersey, el costo de los viajes me mantienen 'alejada' la mayor parte del año y el corazón se me parte en tres. Si estuviera ahora en Perú, seguramente querría tomar un subte que me dejara en este barrio porteño, o querría bajarme una estación más adelante y llegar al zip code ese que nadie sabe que existe, excepto Steven que cantó ahí en el 2000.
Pero no hay combis, ni micros, ni subtes ni nada que viaje rápido y cobre poco.
Quiero teletransportarme. Y, ¡ya!, no más aeropuertos. Las despedidas serían menos dramáticas. Como en el mensajero online, Chau. Hasta mañana.

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