miércoles, mayo 24
pensamientos sueltos de individuo desempleado 1
Un día ella escribió una carta, y en esa carta me decía que estaba contenta de ver que yo había
encontrado la felicidad (sic).
Me dio tanta rabia.
Yo quería contestarle ahí mismo y decirle un montón de tonterías que seguramente iban a herirla.
Y ella es mi amiga.
Rabia me dio porque de pronto la palabra
felicidad se apareció ante mí ordinaria como una lata de atún (y el atún me hace vomitar, pero eso no viene al caso) y eso, pensé, tal vez no era culpa de ella, mi amiga, sino del descuido y la costumbre (de decir o repetir cosas sin pensar). Y tal vez es un poco mi culpa también, pienso, por ubicar el término
felicidad en un nivel casi divino, lejano, incomprensible e inalcanzable -pero poderoso, eso sí- cuando aquella quizás sea más mundana y vana que una simple lata de atún.
Lavando los platos sucios del mediodía, y ya que no tengo la mente ocupada en reportes e informes que entregar a nadie, ni tengo deadlines colgando sobre mi cabeza, ni ninguna de esas cosas maravillosas que le suceden a las personas que conforman la PEA, me dio por pensar si no estaba saboteando mi encuentro con ella, la felicidad. No sé, por unos minutos sentí un poco de envidia. Yo también quiero decir gansadas como que la felicidad está en disfrutar de las cosas más simples de la vida. Y creérmelas.
Y que me las creas, tú.
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Lo dijo Scavenger Bride y le dejaron