lunes, septiembre 26
secrets in her lipstick mouth
Acabo de sacar dos cargas del lavarropas.
Anoche, mientras iba doblada en tres en el asiento del autobus, pensaba en formato post. Estaba aburrida. Trataba de ignorar la pelicula que estaban transmitiendo en esos pequeños televisores que cuelgan del techo.
La noche sucedia como una pintura en movimiento, por mi ventana. Me recordaba esos viejos televisores de juguete en los que las imagenes se deslizaban al girar una pequeña perilla.
Estabamos volviendo a casa.
Pensaba con puntos, comas y guiones. Pensaba en cursivas. Y recorde a ese niño que, tirado en mi cama, soñaba en voz alta con un dispositivo capaz de interceptar los pensamientos y plasmarlos en un procesador de textos. Aquel estupendo aparato, el decia, seria algo asi como un conjunto de electrodos adheridos alrededor de la cabeza que enviarian señales a la computadora, la cual a traves de algun programa genial descifraria todas las fantasticas ideas que uno pudiera tener.
Anoche queria ese dispositivo.
O al menos queria tener el habito que tienen algunas personas de cargar siempre una libreta de apuntes en el bolsillo. Pero soy abulica. Ni siquiera me entusiasmo garabateando libros. Soy egoista. Lo que pasa por mi cabeza mientras leo algo, queda perdido para siempre en Neverland. Porque tampoco soy capaz de recordar mis propios pensamientos.
Entonces mi dictado sin sentido se perdia en el laberinto interior. Absurdo, abortado.
Abrazada a mis rodillas, me conformaba con contemplar las tres estrellas que flotaban en el cielo negro pampeano.
So I closed my eyes and I wished upon an u.f.o.
Fueron ocho horas de viaje y el horizonte era siempre el mismo: plano, verde y salpicado de vaquitas.
Ahi estaba yo, rodando suavemente por la carretera.
Con el marcador de libros dividiendo la novela por la mitad.
Con la voz de Hope Sandoval susurrandome al oido funny how things change.
Con la panza haciendo ruidos obscenos, reclamando algo mas sustancial que tictacs de menta.
Anoche, tras desvestirme y meterme en la cama, pensaba -antes de quedarme dormida- que el tiempo se arrastraba inutil a mi alrededor. Estoy esperando la muerte. Es todo.
Los trenes corren, troc-troc-troc, y yo no recuerdo mas que un puñado de caras, objetos y paisajes. Quiero hacerlo todo de nuevo. Y hacerlo mejor.
Hay algo de tristeza en desarmar una maleta. Vaciar los bolsillos de los pantalones y rescatar tickets de helados que ya digerimos, echar una gota extra de detergente sobre la mancha de barro en la ropa. Y recordar el sonido de la lluvia mientras el lavarropas carga agua.
No tengo la mas remota idea de lo que mi cabecita se dictaba a si misma, en formato post, anoche en el autobus. No. Y me da pena. Y me da miedo.
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soundtrack: mazzy star-roseblood. eso es, musica para escuchar mientras viajas de noche en autobus, mirando la nada por la ventana, pensando en cualquier cosa que mañana olvidaras, pero no importa.
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