viernes, diciembre 17
Dancing Queen
Ya no recuerdo cuándo fue la última vez que fui a una fiesta o a una discoteca, bar, o cualquier lugar semi-iluminado con mucha gente, fusión de conversaciones, risas y música en altos decibeles.
Cuando tenía15 años discutía con mi padre para que me dejara salir hasta cierta hora, para que no fuera a recogerme y que me dejara volver en Taxi Real, para que me dejara salir de juerga de nuevo, habiendo salido el fin de semana anterior. Y cuando tenía 17 años, era yo quien lideraba la coreografía de esa masa de universitarios alcoholizados bailando el meneíto en las fiestas en la Granja Azul.
No sé si fue ésta la última vez, pero es el último recuerdo que tengo. Había ido a la Bauhaus (porque al menos ahí la música no me lastimaba) y tras contemplar gente bailando en solitario, la realidad me mordió: el ruido de las voces y risas se dirtorsionó, opacando el sonido de la música; los rostros de la gente empezaron a deformarse, se tornaron angulosos, las bocas ocupaban groseramente la mitad de la cara, los ojos se achicaron, se volvieron oblícuos y siniestros. Un compás circense invadió mi cabeza, el corazón palpitaba de prisa, mi cuerpo temblaba, tuve ganas de vomitar y huí.
Desde entonces, las discusiones en torno a las salidas se han invertido.
-you can dance, you can jive, having the time of your life-
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Lo dijo Scavenger Bride y le dejaron