martes, enero 11
4090 m.s.n.m. (Bolivia II)
He llegado a Potosí. Finalmente, la altura me afectó. Pero no importa, el lugar es hermoso.
Hoy, después del desayuno, tomé un
tour a las minas.
Envuelta en un traje color amarillo patito, con botas que le hacían juego y con un casco que tenía una lamparita sobre la cabeza, entré a la oscuridad de las minas para buscar al tío Jorge.
Como ni el Dramamine ni mis queridas pulseritas mágicas (unas muñequeras, como las que usan los tenistas, que hacen presión sobre un punto de la muñeca, aliviando las náuseas y mareos) hicieron efecto, nuestro amable guía, Santos, me instó a masticar hojas de coca o me quedaba afuera y me perdía de toda la diversión. Me metí un puñadito de hojas a la boca y entré a la mina. No era tan desagradable como pensaba. Y, sí, me quitaron las náuseas.
Al regresar, nos dimos con que era la hora de almorzar y fuimos a Sumaj Orko, 'cerro magnífico' en quechua, un restaurante de comida local muy lindo. Compartimos un plato de Picante de pollo. La que nos atendió nos sonreía mientras nos preguntaba si nos había picado mucho. Ja.
Luego, fuimos a La casa de la Moneda. Algún tiempo atrás, cuando Potosí era una ciudad próspera, se acuñaban monedas.
Tenemos pasajes para La Paz, hoy a las 8pm. El paro de transportes, hasta ahora, mucho no nos afectó. Espero no quedarme varada a mitad de camino. Se supone que llegaremos a La paz a las 6am de mañana. Ojalá.
Estoy agotada. Lo dejo aquí.
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Lo dijo Scavenger Bride y le dejaron