lunes, enero 3
Medley
Muchas cosas.
Empezar el año así, cargando una caja de pañuelos descartables por todos lados, tomando pastillas y jarabes asquerosos, estornudando y tosiendo alternadamente. El ventilador me está matando. Maldito calor. Hoy desperté a eso de las 8 am y ya entonces hacía 30 °C (llegará a 34° y, dicen, esto recién está empezando).
En la tv no dejan de pasar las últimas noticias relacionadas con el incendio en el boliche donde murieron más de 180 personas. Dicen que es 'normal' que la gente lance bengalas en este tipo de conciertos. Pero, ¿en un local cerrado, con techo inflamable, con antecedentes de incendios -controlados-, con miles de personas y con las salidas de emergencia cerradas?
Entonces, pienso en lo que pasó en Perú, en Mesa Redonda y el macabro espectáculo de fuegos artificiales, en lo que pasó en Utopía, el humo y el pánico, incendios de fin de año. El luto, el dolor, y los dedos acusadores que señalan a los propietarios de los locales y a las autoridades municipales.
Leo el diario, El Comercio, y me da los buenos días recordándome la impunidad reinante y la falta de dignidad entre los peruanos.
Más allá de reventarle cohetes (mala figura, en estos tiempos) al 'ejemplo' argentino, yo me pregunto si no nos corresponde asumir un poquito de culpa. Si además de encarcelar a los 'malvados e irresponsables empresarios capitalistas' y de celebrar la renuncia de autoridades incompetentes no nos haríamos un bien al reconocer que, a veces, nosotros también hacemos estupideces. Como el sujeto que decidió 'testear' el producto en Mesa Redonda, iniciando el incendio. Hace un tiempo leí una nota breve de una mujer que, habiendo perdido al esposo, hermano (no recuerdo bien y ya le perdí el rastro a la nota) en el incendio de Mesa Redonda, había vuelto a vender elementos pirotécnicos en las calles. ¿Por qué? Porque hay gente que se los compra.
O como las mujeres que llevaron a sus hijos pequeños al concierto de aquel grupo rolinga (que sigue la onda rockera de los Rolling Stones) en Buenos Aires y los dejaron encerrados en los baños que hacían las veces de improvisadas guarderías infantiles.
O, como dice una nota publicada hoy en Página 12, la cultura popular de la 'fiesta' en sí misma. Ese fenómeno social cargado de imprudencia, improvisación y descontrol que se manifiesta entre la hinchada del fútbol, y se traslada a algunos conciertos como este último con las terribles consecuencias que ya conocemos.
Odio a la gente que no hace más que echarle la culpa al gobierno de todo lo malo en su país, tanto como a los gobiernos que sucumben a ese esquema paternalista y se creen con derecho a intervenir y decidir por nosotros.
¿No somos adultos? No nos traten como a niños. ¡No nos comportemos como niños! Compartamos culpas.
Ahora, la tele dice 33° de sensación térmica. Me gusta eso de la 'sensación térmica'. No sé bien cómo la miden, pero toma en cuenta el efecto del viento y otros factores sobre la sensacion 'real' de temperatura que tenemos. Mierda. Qué calor. Odio el calor. Me da mucha rabia cuando la tonta del noticiero anuncia 'hoy es un lindo día' para referirse al sol que está brillando afuera, en todo su esplendor.
Frente a este edificio hay un parque. Un parque grande. Siempre hay gente corriendo alrededor. Siempre hay niños jugando y siempre, alguien paseando a su perro. A este paisaje se le ha sumado la presencia de gente en trajes de baño, tumbados sobre el pasto, tostándose, felices, bajo el sol. Parece que, a falta de playas cercanas, buenos son los parques.
Días soleados y brillantes como este me irritan. Me ponen de mal humor y las noticias malas me afectan con mayor fuerza.
Dicen que los lugares poco iluminados influyen sobre el desarrollo de síndromes depresivos. Y me parece curioso, pues los días nublados y fríos me provocan el efecto contrario: una emoción me invade, la siento en el pecho, y me siento tan feliz. Y me enoja que alguien diga 'qué horrible día'. Algo que extraño de Lima es ese cielito gris que muchos (no todos) odian. Muy acogedor. Me hace sentir cómoda, como Linus con su mantita. El cielo gris limeño es mi mantita.
Menos mal que ya vienen las vacaciones.
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