jueves, noviembre 24
trazos
Tengo un nuevo juguete.
Una graphics tablet chiquitina. Es prestada no más, pero no la pienso devolver.
Se supone que estoy colaborando al testear el producto.
Pero había olvidado lo mucho que disfruto dibujar.
Eso sí, tengo la mano durísima. Mis trazos son torpes e indecisos, temblorosos, se superponen y, lo peor, no representan lo que en verdad quiero expresar. Y no sé si es justo echarle toda la culpa al lapicerito este o si debería asumir un poco de responsabilidad al reconocer cierta familiaridad con esas características que acabo de enumerar. Después de todo, podría decir lo mismo de mi hablar, de mi escritura, de mi caminar, etc.
Anoche me la pasé dibujando mientras oía
nocturnas y, detrás, el suave murmullo de la lluvia.
¡Tres de mis cosas favoritas!
Mi PC ha dejado de ser muda. Ahora mismo estoy escuchando mis radioblogs favoritos (sorry, nani, te estoy reventando el ancho de banda) mientras decido mi almuerzo de hoy.
Trataba de ilustrar la idea de un post que mi colaborador ha escrito para este blog.
Porque, por cierto, he decidido abrir las puertas del bestiario e incorporar invitados. Ya verán.
Decía, para no irme por las ramas alguna vez en la vida, que trataba de ilustrar una idea y me encontré con mi viejo fantasmón de la zero-creatividad. Zero con zeta, bien pacharacón.
Esto es, mi incapacidad de dibujar algo sin físicamente visualizar el objeto.
Por lo que tuve que recurrir a la copiadera. Dame algo y dime 'dibújame esto'. Listo. Así, pos, sí.
Cualquier cosa. Reino animal, vegetal o mineral. Seres animados o inanimados. Lo que venga.
Pero no se lo dejes a mi imaginación. Obtendrás un papel -o una pantalla, en este caso- en blanco.
Qué dura está mi mano. El viernes pasado me pasó en clase que mi letra estaba más ilegible que de costumbre. Noté que al perder el hábito de garabatear con un lapicero sobre un cuaderno, mi caligrafía se había atrofiado un poco. Tendré que aceitar mi muñeca. Me estoy oxidando.
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Lo dijo Scavenger Bride y le dejaron